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jueves, 1 de septiembre de 2011

- ¡Tssssssss!
Ella, se giró bruscamente y le vio. A él, al que tenía tantas ganas de ver, al que tenía la sonrisa más bonita del mundo.
- No me llames así, ¡que no soy un perro! -dijo con un tono borde, aunque por dentro estaba muriendo de alegría.
- Ven, ven, hermanaaaa -dijo él riéndose.
- ¿Qué pasa? -dijo ella también riendo a la vez que subía las escaleras.
- Me han dicho que tienes que hablar conmigo, ¿no?
En aquel instante se le paró el corazón, no podía creer que estuvieran saliendo esas palabras de su boca, abrió los ojos como platos, tragó saliva y consiguió asentir con la cabeza.
- Pe...pero, aquí no, que hay mucha gente...
- Pues vayamos allí -dijo señalando un banco un poco alejado de allí.
Se sentaron en aquel banco, él reía, ella no se podía creer que estaba pasando.
- Bueno, pues tu dirás -dijo él escapando una tímida sonrisa.
- Es que... yo... o sea, a ver... joder, es... complica...
Él la interrumpió, se acercó a ella y le susurró:
- No tiene porque serlo...
No podía creer lo que acababa de escuchar, ¿en serio estaba pasando eso? Era imposible. En décimas de segundo reaccionó e hizo lo que hacía 15 meses llevaba soñando. Lo besó. Ambos rieron, y después de un largo silencio él dijo:
- ¿Ves? No era tan complicado.

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